El Viajero
Cicloturismo – Disfruta Peñiscola sobre dos ruedas
Cicloturismo – Disfruta Peñiscola sobre dos ruedas. Vive experiencias únicas en un marco natural.
Cicloturismo es la práctica del ciclismo de forma no competitiva. Así de sencillo. Esta definición tan amplia permite que existan muchísimas formas, estilos y tipos de cicloturismo. No importa cómo viajes sino que viajes, en bicicleta en este caso. Lo bonito de esta afición es que permite cientos de variantes, lo que hace que cualquiera pueda aficionarse independientemente de su edad, forma física, poder adquisitivo, motivaciones, circunstancias…
Hay empresas que organizan viajes en bicicleta y que suelen llevar una furgoneta de apoyo en la que viaja el equipaje, además de contar con herramientas y repuestos para solucionar imprevistos.
A pesar de que exista una gran oferta cultural y medioambiental, aquí os traemos algunos de los lugares de interés más importantes de Peñiscola. Puntos de interes de la Población:
- Castillo Palacio de Peñíscola/ Castillo del Papa Luna: se alza sobre un peñón de 64 metros de altura y tiene unas vistas increíbles. El Papa Benedicto XIII (Papa Luna) lo convirtió en su residencia papal en 1411. Se trata de una visita obligada de Peñiscola ya que es uno de los castillos más bonitos de la Comunidad Valenciana.
- El Faro: se trata de una construcción de 1892 y es uno de los lugares más emblemáticos de Peñiscola.
- Casa de las Conchas: una de las casas más especiales del centro histórico de Peñíscola. El azul y las conchas predominan en esta bonita casa. No dudes en hacerte una foto en su puerta.
- La Ermita de la Virgen de la Ermitana: edificio de estilo barroco en el cual se encuentra la Virgen de la Ermitana, patrona de la ciudad.
- Museo del Mar: en este museo se encuentran la fauna marina, historia y arqueología de Peñíscola.
- Parque Natural de la Sierra de Irta: declarado parque natural por el gobierno valenciano el 16 de julio de 2002. La flora y fauna de este parque natural no dejará indiferente a nadie.
Puedes planificar tu viaje: ¿qué tiempo hace en Peñiscola?; ¿comó llegar a Peñiscola?; ¿dónde dormir en Peñiscola?; ¿dónde comer en Peñiscola?; Telefonos de interés, Rutas de cicloturismo Castellon zona norte, etc…


Bicicleta de cicloturista con alforjas
Esto hace que existan tantos tipos de cicloturismo como cicloturistas. Vamos a nombrar algunas de estas modalidades de cicloturismo:
1. Cicloturismo autosuficiente: Consiste en llevar en nuestro equipaje, normalmente alforjas, todo lo necesario para vivir: equipo de acampada, cocina, aseo… Esto hace que el viaje sea una experiencia muy completa e imprevisible.
2. Bikepacking: También conocido como cicloturismo ultraligero. El bikepacking consiste en integrar el equipaje con la bicicleta de la forma más óptima posible, de manera que no sobresalga la carga hacia los laterales.
3. Cicloturismo ligero: También conocido como cicloturismo de tarjeta de crédito. Consiste en viajar en bicicleta resolviendo el alojamiento y la comida de forma externa a través de hoteles, hostales, camping, restaurantes… portando un mínimo de equipaje para ropa y otros accesorios.
4. Cicloturismo de larga distancia: Podríamos considerarlo como un cicloturismo autosuficiente alargado en el tiempo más allá de un periodo vacacional, es decir, que abarca viajes que duran meses o incluso años. Los cicloturistas de larga distancia, también llamados cicloviajeros, normalmente llevan alforjas delanteras y traseras, y sus viajes suelen incluir varios países.
5. Cicloturismo asistido: En esta modalidad el cicloturista dispone de un vehículo de apoyo para el transporte de equipaje o para resolver algún problema o emergencia que pueda surgir.
6. Randonnées y Brevets: Esta modalidad se traduce normalmente en eventos no competitivos caracterizados por etapas de larga distancia (gran fondo), de forma autónoma (sin asistencia) que deben realizarse en un tiempo máximo prefijado.
7. Marchas cicloturistas: A diferencia de las anteriores, las marchas cicloturistas no buscan ese componente de “gran distancia”, sin que el objetivo es disfrutar de un día de bicicleta en grupo siguiendo un recorrido determinado por el organizador para conocer un area concreta.
8. Salir a rodar: Así es. Ya sea solo o en grupo, para mi salir a dar una vuelta en bicicleta para disfrutar del entorno también es cicloturismo. Puede ser cerca casa o llevándonos nuestra bici cuando nos vamos de vacaciones.
Estaremos encantados de conocer cómo viajas en bicicleta. Nos vemos en los caminos. info: blog conalforjas.com
Un viaje por Castellón a través de sus sabores
Un Viaje por Castellón a travésde sus sabores. Motaraz, Huertano y Marino.
Se trata de un articulo del periodico el Pais «El Viajero» escrito por Luis Cepeda – Un Viaje por Castellón a travésde sus sabores. Motaraz, Huertano y Marino. Huerta infinita y mar activo. El sabor de la memoria.
En lo alto de la Comunitat Valenciana, Castellón traza un rectángulo territorial que limita con Tarragona al norte y Valencia al sur; el Mediterráneo –durante 116 kilómetros–, al este y la provincia aragonesa de Teruel, a poniente. Desde un punto de vista esencialmente turístico y gastronómico, Castellón encierra tres ámbitos principales: el montaraz, el huertano y el marino. Los configuran ocho comarcas ilustradas con signos turísticos de considerable interés, además de sabrosos productos con entidad propia. En cada uno de los ámbitos geográficos, puede subrayarse la excelencia de un restaurante comprometido con la materia prima local y con la culinaria esencial de la zona.
De paisaje escarpado y pedregoso, la comarca del Maestrat es una fantasía de senderos naturales. Enclavada al oriente de Teruel, al sur de Cataluña y al norte de la comarca de la Plana Alta, acaba interrumpiendo en las playas mediterráneas. La población de Morella es su enclave más relevante y prodigioso. Su inconfundible carácter la otorga significado. Pocos lugares emiten una respuesta tan vigorosa y consecuente a su emplazamiento, climatología y temperatura histórica. Rodeada de dos kilómetros y medio de espesas murallas medievales, empinada alrededor de un cerro y coronada con un castillo agarrado a la roca cenital del pueblo, desde que su perfil aparece en el paisaje sugiere trascendencia. El rastro de El Cid y del rey don Jaime; de Benedicto XIII o Papa Luna, el pontífice excomulgado, o del movimiento carlista, que convirtió a Morella en la principal capital rebelde, con una configuración inverosímil de callejuelas, soportales, templos y escalinatas que reviven su aroma histórico. Inevitablemente peatonal y competente en la propuesta hostelera, su gastronomía responde al producto entero y verdadero que conviene a la tradición doméstica y a rigores atmosféricos frecuentes, como el inclemente viento mistral o las heladas, que originan sensaciones térmicas extremas.
Quien observa los caprichos de la naturaleza del Maestrazgo, se encuentra en un enclave soñado: sierras vigorosas, vertiginosos barrancos, montañas rocosas y vegas bañadas por el Guadalope y sus afluentes. Todo un paisaje hermoso y corpulento, moteado por poblaciones pequeñas y despobladas en el interior, pero vivas y playeras en el verano de su costa.
La comarca interior alberga numerosos bosques, que se extienden a lo largo de un perfil natural áspero, monumental y accidentado. Pueblos como Culla, de pasado musulmán con alcazaba ante vistas majestuosas; Benassal, con sus calles estrellas y sus casas nobles; Albocàsser, capital de l’Alt Maestrat y dueña de un pasado que va desde ruinas íberas a restos romanos, árabes y hasta templarios.
La trufa y la alcachofa, productos fetiche
El chef Avelino Ramón Andreu, natural de Coratxà –una población cercana al parque natural de la Tinença de Benifassà–, cocinero formado y forjado fundamentalmente en la provincia, efectúa en Morella una cocina de sostenibilidad y apego al terruño del Maestrat desde su restaurante Daluan. Está ubicado en las dos plantas y la terraza cubierta de un callejón céntrico en la ciudad amurallada y propone una revisión actualizada de platos de la zona, como la olleta morellana, legendario guiso, protagonizado por legumbres y carnes, en la órbita de los potajes hogareños. Como el propio chef señala «en Morella el tiempo pasa despacio y, por tanto, las cocciones son lentas». Los ingredientes no se esconden en esta cocina y los aromas son fundamentales, como lo es el de la trufa, un producto fetiche, con aura de clandestinidad, que impregna las calles durante sus dos temporadas. Medio centenar de kilómetros a la redonda de Morella se extiende una despensa natural portentosa que abastece de tubérculos, hortalizas y ganado, aunque también acuden los productos más inmediatos del litoral desde Vinaròs.


Morella, un enclave amurallado, es uno de los municipios principales del Maestrazgo de Castellón.
En la comarca costera del Baix Maestrat se encuentran tres de las poblaciones más importantes de Castellón: Vinaròs, capital de comarca y pegada al mar, es propicia al veraneo, pero además de playa y sol, interesa por sus iglesias, ermitas y hasta los restos de un poblado ibérico. Un poco más al sur se encuentra Benicarló, otra localidad de mar, sol y playa con una gastronomía de producto presidida por su famosa alcachofa, singular flor comestible con denominación de origen que se prodiga a partir del otoño.
El tercer enclave singular es Peníscola, localidad playera incluida en la red de pueblos más bellos de España. Sobre un risco, volcado al mar, se alza el castillo del Papa Luna, un escenario monumental que certifica lo mucho que se puede disfrutar de Peníscola.
Jaime Sanz, cocinero que antes fue marino, despliega en Casa Jaime (establecimiento refundado en 1982, a partir de un bar de los años 60), de Peníscola, acreditados arroces, suquets de amplio fondo y pura materia prima, desnuda de artificios, procedente tanto del puerto local como de la cercana lonjas de Vinaròs o Benicarló. Este restaurante familiar, en el que ofician marido, esposa e hijos, domina los puntos de rayas, salmonetes, galeras, espardeñas, caixetes y tantas otras criaturas por las que, día tras día, Sanz puja en las subastas de pescado y mariscos. Hasta chanquetes hay -de comercio legal- con el rebozado preciso.
En Jaime se percibe el oficio y los recursos puntuales de quien sabe cocinar en barco de pesca. Así obtiene insuperables fondos de gran intensidad para sus arroces caldosos, melosos o secos, sin mácula en las cocciones. Entre todos ellos, aflora un plato como el arroz Calabuch, que, en cinematográfico homenaje, integra ortiguillas y espardeñas para un resultado soberbio. Borda igualmente las cazuelas marineras y los suquets, que no son otra cosa, si se quiere, que un ejercicio de fragancias culinarias, pues sublima las esencias del mar a través de las mejores meros, rapes, gambas rojas o langostinos.
Los contrastes de la Plana Alta
El río Mijares, arteria transversal que recorre la comarca histórica de La Plana, sirve de bisagra entre la Plana Alta y la Plana Baixa, dos vergeles naturales situados entre el mar y las sierras que la circundan. Entre el Maestrat y la Plana Baixa, se sitúa la comarca de la Plana Alta, que, por no privarse de naturaleza, alberga hasta un desierto, el de Les Palmes. Quien acuda incitado por el nombre, ha de saber que no se trata de un lugar árido, sino de un Parque Natural verde, bautizado como desierto por la orden monacal de los carmelitas, que dieron ese nombre a los lugares de oración y silencio donde se instalaban.


El puerto de Benicarló (Castellón).
Curiosidades aparte, la Plana Alta alberga varias de las poblaciones más conocidas y visitadas del litoral mediterráneo, como Benicàssim, con su vida costera y su entorno monumental, presidido por el Castillo de Montornés (siglo X); Oropesa, de enormes playas y recios acantilados o la propia Castelló de la Plana, la capital de la provincia, que ostenta el nombre de la comarca y se baña en el Mediterráneo con puerto y playa propios.
Huerta infinita y mar activo
La Plana Baixa, última de las comarcas, se extiende hacia el sur a partir de las laderas meridionales del río Mijares, cuyo cauce corre en horizontal hacia el Mediterráneo. Por su caudal se sitúan poblaciones de relevancia natural, paisaje verde y una riqueza cultural amasada por las diversas civilizaciones que las habitaron. Vila-real y Borriana son las capitales de esta zona y el origen ibérico de la comarca, así como la influencia de siglos habitados por romanos y musulmanes, otorgan a esta zona una herencia de cultura fusionada.
La Huerta de Peñalén, restaurante situado en las proximidades de Vila Real, a unos 10 kilómetros de Castelló de la Plana está situado en una mansión de estilo británico, rodeada de la exuberante vegetación de huertas y cítricos que vivifica La Plana Baixa. Su audaz cocina, trazada desde la identidad local por Nacho Barcos, proporciona sabores estilizados y con carácter propio, donde destacan alianzas entre productos como los langostinos con el jamón de pato, el bacalao en polvo de algas, los boletus con bogavante o el cochinillo en chutney.
En La Plana Baixa el ocio del viajero es tan dinámico, como versátil e inagotable. Desde recorrer las calles y monumentos de los 20 municipios que pueblan la zona, hasta disfrutar de su gastronomía de huerta infinita y de mar activo. Desde la naturaleza viva de las sierras de Oropesa, las Pedrisses o Espadà, a los extensos campos de naranjos que pueblan Xilxes o las playas límpidas de Almenara. Y si la fatiga de tanta cosa no alcanza al viajero, aún estará a tiempo de encontrarse con tareas de renombre y orgullo local, como la cerámica y la alfarería artesanal.


La alcachofa, uno de los productos estrella de Benicarló (Castellón).
Pero no todo es costa en La Plana. El interior guarda el encanto de su historia, trascendental o doméstica y sus poblaciones se llenan de espacios monumentales, vida cultural, mercados, fiestas y una gastronomía agrícola y mediterránea. Quien visite esta zona en épocas de menos horizonte playero, encontrará vestigios de un pasado mestizo y ecléctico. Desde Vilafamés y su conjunto de pintura rupestre Patrimonio Mundial de la UNESCO, a Vall d´Alba, con su Casa Monasterio Budista, las comarcas meridionales sorprenden de veras. En todo caso las regiones castellonenses de La Plana, el Maestrat y el Baix Maestrat poseen características alimentarias diferentes que inciden en su gastronomía endémica. En cada una de ellas, hay representantes culinarios de excepción que han sabido componer una sublime escala de sabores diferenciales e identitarios.
El sabor de la memoria
La zona aprecia una prodigiosa memoria del sabor local, como la del chef Miguel Barrera, nacido en Vall d’Alba, localidad de tradición campesina, rodeada de huertas con emotivas norias en desuso y alfarera. Formado al igual que Avelino Ramón en la Escuela de Hostelería de Castellón y reconocido por la Guía Michelin con una estrella –la primera que obtuvo un restaurante castellonense– reinventó, con una vocación culinaria desmedida, el Cal Paradís, la modesta fonda de paso de su familia, que se oponía a su pasión por el oficio culinario. En Cal Paradís practica una cocina de precisión que se fundamenta en los productos locales y de temporada: verduras de la zona, el exclusivo aceite de la región, pescados de lonjas cercanas, langostinos y gambas rojas autóctonas, las carnes, trufas y setas silvestres del Maestrat, guisos como la olla de La Plana, con las autóctonas y recién recuperadas alubias del confit o la olleta de garbanzos con pulpo, además de proveerse de los singulares quesos de Les Coves de Vinromà.
Un Viaje por Castellón a travésde sus sabores. Motaraz, Huertano y Marino. Huerta infinita y mar activo. El sabor de la memoria. Esta noticia, patrocinada por Agència Valenciana del Turisme, ha sido elaborada por un colaborador de EL PAÍS.
El Viajero, Periódico el Pais
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Casa Jaime, Un festín de arroces, ‘suquets’, pescados y mariscos en Peñíscola


Terraza del restaurante Casa Jaime, en Peñiscola
Los asiduos de este restaurante acuden a disfrutar de sus arroces y guisos marineros. Platos de sabores intensos que se inspiran en recetas de pescadores y se elaboran con piezas fresquísimas adquiridas en las lonjas de Peñíscola y San Carlos de la Rápita.
Al veterano Jaime Sanz, cocinero y pescador ya retirado, se le puede ver a diario en las subastas locales escogiendo los mejores rapes, salmonetes, rayas, corvinas, calamares, galeras y langostinos con destino a su casa. El recoleto restaurante familiar con terraza frente a la playa se gestó en 1967 en el bar Bonanza del casco antiguo y en 1982 se convertiría en la actual Casa Jaime. Le acompañan en las tareas de cocina su esposa, Pilar Bonfill, y su hijo Jordi, mientras que su primogénito, Jaime, atiende la sala.
“Comencé a cocinar en la barca de mi tío, guisábamos las espardeñas con arroz para sacarles más provecho”, asegura el patrón, atrincherado tras las cazuelas. De aquellos orígenes surgen sus arroces, melosos o caldosos, suculentos, con puntos de cocción acertados. En la lista, la paella marinera, el arroz negro, el de verduras con bacalao; el de erizos, gambas rojas y ajos tiernos, y uno imprescindible, el arroz Calabuch, con espardeñas y ortigas de mar, en homenaje a la película de Luis García Berlanga. Platos de base popular que desde la sencillez alcanzan la suculencia.


Langostinos en el restaurante Casa Jaime.
En esa misma línea militan sus suquets y cazuelas de pescado, ideales para compartir, como la de gambas rojas con rape y cigalas, o la de langostinos y raya con patatas. Recetas elaboradas con ingredientes de primera calidad con una autenticidad que emociona.
Antes, para compartir, sugerencias diversas elaboradas con pescados y mariscos de temporada, incluidos algunos de consumo muy limitado. Entre ellos, los auténticos chanquetes (Aphia minuta), que adquieren legalmente en la lonja, los saltean con ajos y guindilla y los revuelven con huevo. O los insólitos caixetes (peu de cabrit en Baleares y Cataluña), moluscos con textura de mejillón y vago sabor a berberechos. O el carpaccio de gambas rojas, algo anodino, que ganaría con la adición del jugo de sus cabezas. Agrada también su versión del bocata de calamares y son muy finas las galeras al horno con cítricos.


Carpaccio de gamba roja del Mediterráneo.