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Casa Jaime, Un festín de arroces, ‘suquets’, pescados y mariscos en Peñíscola
Terraza del restaurante Casa Jaime, en Peñiscola
Los asiduos de este restaurante acuden a disfrutar de sus arroces y guisos marineros. Platos de sabores intensos que se inspiran en recetas de pescadores y se elaboran con piezas fresquísimas adquiridas en las lonjas de Peñíscola y San Carlos de la Rápita.
Al veterano Jaime Sanz, cocinero y pescador ya retirado, se le puede ver a diario en las subastas locales escogiendo los mejores rapes, salmonetes, rayas, corvinas, calamares, galeras y langostinos con destino a su casa. El recoleto restaurante familiar con terraza frente a la playa se gestó en 1967 en el bar Bonanza del casco antiguo y en 1982 se convertiría en la actual Casa Jaime. Le acompañan en las tareas de cocina su esposa, Pilar Bonfill, y su hijo Jordi, mientras que su primogénito, Jaime, atiende la sala.
“Comencé a cocinar en la barca de mi tío, guisábamos las espardeñas con arroz para sacarles más provecho”, asegura el patrón, atrincherado tras las cazuelas. De aquellos orígenes surgen sus arroces, melosos o caldosos, suculentos, con puntos de cocción acertados. En la lista, la paella marinera, el arroz negro, el de verduras con bacalao; el de erizos, gambas rojas y ajos tiernos, y uno imprescindible, el arroz Calabuch, con espardeñas y ortigas de mar, en homenaje a la película de Luis García Berlanga. Platos de base popular que desde la sencillez alcanzan la suculencia.


Langostinos en el restaurante Casa Jaime.
En esa misma línea militan sus suquets y cazuelas de pescado, ideales para compartir, como la de gambas rojas con rape y cigalas, o la de langostinos y raya con patatas. Recetas elaboradas con ingredientes de primera calidad con una autenticidad que emociona.
Antes, para compartir, sugerencias diversas elaboradas con pescados y mariscos de temporada, incluidos algunos de consumo muy limitado. Entre ellos, los auténticos chanquetes (Aphia minuta), que adquieren legalmente en la lonja, los saltean con ajos y guindilla y los revuelven con huevo. O los insólitos caixetes (peu de cabrit en Baleares y Cataluña), moluscos con textura de mejillón y vago sabor a berberechos. O el carpaccio de gambas rojas, algo anodino, que ganaría con la adición del jugo de sus cabezas. Agrada también su versión del bocata de calamares y son muy finas las galeras al horno con cítricos.


Carpaccio de gamba roja del Mediterráneo.
Puntuación: 6,5 | |
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Pan | 5,5 |
Café | 6,5 |
Bodega | 6 |
Aseos | 4 |
Ambiente | 6 |
Servicio | 6 |
Cocina | 7 |
Postres | 6 |
Los postres no son lo mejor de la casa a pesar de sus buenas intenciones: desdibujada la tarta de manzana, que se hornea en las mismas paellas, y demasiado densa la de mandarina con una crema compacta. Cumple sin pretensiones la lista de vinos, que, sin embargo, contiene referencias interesantes.
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