Arroz Calabuch

Trau la Llengua desde Peñíscola

Programa ‘Trau la llengua’, que se ha convertido recientemente en el contenido de carácter no informativo más visto de esta televisión. Este programa de entretenimiento y aprendizaje está guiado por Xavi Castillo y Pepa Cases, quienes viajan por toda la Comunidad Valenciana en busca de palabras y expresiones curiosas del valenciano para darlas a conocer a sus espectadores.

Xavi Castillo presentador del programa «Trau la Llengua»

En el capítulo de hoy viajaremos por el Baix Maestrat y disfrutaremos de la cocina marinera de Casa Jaime de Peñíscola. Nos enseñaran los diferentes nombres de pescados capturados en nuestras costas por las barcas de bajura de Peñíscola y prepararemos el Arroz Calabuch con espardenyes y ortiguillas de mar.

Puedes visionar el programa «Trau la Llengua» desde Peñíscola en el siguiente video.

Programa de entretenimiento conducido por Pepa Cases y Xavi Castillo en busca de palabras, expresiones y formas curiosas de nombrar las cosas en valenciano. Con secciones como ‘In-adaptados’, ‘Palabras en riesgo’ o ‘Cada palabra en su sitio’ en las que reiremos y aprenderemos a la vez.

Mesa redonda para degustar el Arroz Calabuch

Loving Comunitat Valenciana #Peñíscola

Loving Comunitat Valenciana #Peñíscola programa de Apunt Media presentado por Hu Zhao.

Hu Zhao es un joven que dejó su casa y su familia en China porque quería recorrer mundo, pero cometió un error: uno de los primeros lugares en visitar fue la Comunidad Valenciana… y ahí se ha quedado, enamorado de una tierra y de su gente. Su objetivo ahora será descubrirla entera, en una larga visita turística de ocho capítulos, donde conocerá en primera persona a todos los atractivos que nuestra tierra ofrece a los visitantes.

Con motivo del centenario de Luis García-Berlanga, Hu ha pensado en recorrer los pueblos y ciudades valencianas que sirvieron de localización para sus historias. Un viaje guiado por la diversión, la música y el esperpento, rasgos muy característicos de los valencianos y muy presentes en el cine del genial director.

Hu Zhao se atreve a realizar el famoso Arroz Calabuch con Espardenyes y ortiguillas de mar (productos de origen humilde, tiempo atrás; que fascinaron a don Luis García Berlanga por su sabor) junto a nuestro capital y cocinero de barca Jaime Sanz, lo conseguirá…

El restaurante del pescador que aprendió a cocinar en el mar

A lo largo de su carrera, Jordi ha aprendido de grandes como Manolo de la Osa.

Marina Vega: Texto Eva Máñez:Fotografía

Jaumet, como le llaman sus hijos, se embarcó con 14 años en Castellón, donde fue pescador y ayudante del cocinero de una barca llamada Dinero. «Ya lo haré yo», fue su respuesta cuando aquel hombre se jubiló y nadie quería hacerse cargo de la cocina en altamar. Así comienza la historia de ‘Casa Jaime’, un negocio familiar en Peñíscola en el que conviven y trabajan dos generaciones, que ahora es un restaurante de mantel blanco y platos marineros.

Jaime aprendió en el mar los sabores marinos o las artes de pesca. “Me gustaba mucho hablar con los hombres viejos, ya jubilados, de las cosas que les habían ocurrido: por qué usaban una malla u otra para coger lenguados, por ejemplo”. Ahora, es él esa persona con la que apetece charlar durante horas mientras te enseña el libro de firmas en el que aparecen nombres como Paco Rabal, Alfredo Landa, Juan Echanove, Fernando Fernán Gómez o los protagonistas de Juego de Tronos. Todos ellos, y muchos más, han pasado por ‘Casa Jaime’ (1 Sol Guía Repsol) en su medio siglo de historia.

Jaime, el patriarca, flanqueado por sus hijos Jordi y Jaime

Este gran conversador, empapado de sabiduría marinera, acumula décadas de experiencia en el mar que aplica a su recetario. A los 19 años pasó de la cocina de barca a los fogones en tierra firme: primero fue ayudante de cocina en un hotel de una familia catalana (el ‘Bonanza’) y luego estuvo seis meses en una escuela de hostelería.

Entre los entrantes destaca la tostada de brandada de bacalao e higo, con un contraste equilibrado

En el verano de 1967 abrió su propio bar de tapas en el casco antiguo de Peñíscola, el germen de lo que es ahora ‘Casa Jaime’: una histórica casa de comidas que ocupa su actual local desde 1982, en la Avenida Papa Luna, frente a la playa. Aquí, acompañado de sus hijos, que ya han cogido las riendas, continúa trabajando el producto del Mediterráneo -que tan bien conoce- con maestría.

No podían faltar en el arroz de Galera con huevas de sepia y alcachofa, como seña de producto local

“Seguimos haciendo la cocina marinera y autóctona, pero con algunos toques de creatividad”, nos explica Jaime, el primogénito. Sus entrantes son una buena muestra de ello: los mejillones en escabeche, los boquerones con huevas de trucha, la tostada de brandada de bacalao e higo o los carpaccios (de gamba roja con almendra, cebollino y regañás, o el de lubina) sirven para abrir boca y adentrarse en su peculiar mundo, que lleva el producto del mar a la mesa.

Jaime, el primogénito, es el sumiller y jefe de sala del restaurante.

Un relevo familiar

Jaime hijo es el jefe de sala. Primero estudió para ser delineante, pero el tiempo le ha hecho especializarse en sumillería -fue la primera promoción del CdT de Castellón- y enrolarse en el proyecto en el que trabaja toda la familia. Ahora ejerce de director de orquesta mientras recomienda alguna de sus más de 70 referencias de vinos, que van renovando periódicamente. Le acompaña su hermano Jordi, en la cocina, que ha pasado por casas históricas como la de Manolo de la Osa, en Las Pedroñeras.

El ‘carpaccio’ de gamba roja, almendras, cebollino y ‘regañás’ es uno de los platos más demandados.

Ahora son tres personas en sala y cuatro en cocina… y Jaime padre sigue al pie del fogón, pero sin olvidar dónde comenzó todo: en el mar. “Nos adaptamos al entorno con creaciones como el Capricho del Papa Luna: rellenamos la cáscara del erizo con alcachofa D.O. Benicarló, langostinos de Peñíscola y ponemos yemas de erizo por encima”.

Aunque se va retirando poco a poco, Jaime todavía echa una mano a Jordi en la cocina.

En ‘Casa Jaime’ también encontrarás algo poco habitual: caixetes (en castellano, cajitas; también llamado Arca de Noé), un peculiar marisco con profundo sabor yodado que tiene forma de pie de cabrito y que cocinan al vapor. Este bivalvo recibe ese nombre porque se abre girando una pequeña pestaña que tiene en la parte superior.

Los arroces de ‘Casa Jaime’ tienen nombres que honran la provincia o comensales ilustres.

Apodos para platos mediterráneos

Seguimos en clave de mar: las ortiguillas las preparan con el Arroz Calabuch, uno de sus clásicos, en honor a la película de García Berlanga, que rodó en Peñíscola muchos de sus largometrajes. Este icono de la cocina de este restaurante, que antes cocinaban en cazuela de barro y ahora de hierro, también lleva espardenyas. “El primero que lo probó fue el propio director de cine con su familia”, nos cuenta con orgullo el patriarca de ‘Casa Jaime’.

Su recién adquirido Sol Guía Repsol luce en el comedor.

Otro de sus manjares en forma de arroz es el llamado Columbretes (como las islas mediterráneas que se encuentran a 32 millas de Peñíscola, frente a la costa castellonense), que lleva yemas de erizo, gamba roja y ajetes tiernos. O el que lleva el nombre de su hijo menor, Jordi, que elaboran con langostinos y pulpo.

Las galeras, ya peladas.

En esta casa, fieles a su origen, también ofrecen el pescado del día, que puede ser dentón, lenguado, rape o corvina, porque “depende de la suerte del pescador”. Hacen, por ejemplo, un guiso tradicional de pescadores: la raya con langostinos. Otro de sus platos estrella es un homenaje a su abuelo, el padre de Jaime: “la Caldereta Camilo se llama así porque es el apodo de la familia y lleva rape, cigala y vieira con salsa tipo romesco con ñora, avellana, pan frito y está espesada con verdurita”.

Aquí se pueden degustar los poco habituales ‘caixetes’.

Un marinero orgulloso de su tierra

También hacen otras sugerencias del día en función de lo que dé la mar. “De vez en cuando tenemos fuera de carta singularidades como la llengueta (Aphia minuta) que, aunque no lo parezca, es un pescado adulto. Lo cocinamos a la bilbaína, como se hacen las angulas: con aceite, cayena, ajo y añadimos huevos de gallinas camperas. Otras veces tenemos langostinos al ajillo con curry o hervidos al vapor con agua de mar, pero también arroces diferentes, como el de galeras, alcachofa y huevas de sepia, que solo hacemos de noviembre a junio, por la temporada de la galera”, comenta el cocinero.

El restaurante aún mantiene su espíritu inicial como casa de comidas, aunque más refinado.

La carta de ‘Casa Jaime’ es una oda al mar, que refleja su entorno. “En la provincia de Castellón hay cinco puertos que capturan más de 300 especies”. Pero más allá del fértil Mediterráneo, Jaime nos confiesa que su tierra es un oasis en forma de despensa: “Tenemos una muy buena materia prima: aparte de mar, también somos huerta y montaña”. De ahí la trufa de Morella, los lechazos, las setas, la alcachofa D.O. de Benicarló o el tomate de penjar de la zona, que también utilizan en sus platos. La comida va llegando a su fin. Después del festín de sabores salinos, es el turno del dulce: una cremosa tarta de queso -que lleva un toque de roquefort- y una de manzana, de masa rústica y delicado regusto a anís.

La tarta de queso -con un toque de roquefort- llena las papilas de armonía dulce.

Antes de irnos le preguntamos a Jaime cómo tuvo claro que quería ser cocinero, dejando atrás aquellos años de juventud, cuando era pescador. “El mar siempre llama, esa afición no se pierde nunca. Antes tenía un bote pequeño y por la mañana me iba a las cinco de la mañana a pescar sepias”. Y sus hijos nos cuentan que, hasta hace poco, Jaime seguía yendo todas las tardes a la lonja de Peñíscola en su Mobylette para comprar pescado fresco. “Era su manera de seguir vinculado con la mar. Nuestro padre nunca ha dejado de ser pescador”.‘CASA JAIME’ – Avinguda del Papa Luna, 5. Peñíscola, Castellón. Tel. 964 48 00 30.

Un Oasis en el desierto Gastronómico de la Cocina Marinera en Peñíscola

Un Oasis en el desierto gastronómico de la cocina marinera. Guía para Comerse y berberse España. #CocinadeBarca #CocinaMarinera #MediterraneoenVivo. Por: Almudena Ortuño de Tapas Magazine

Ésta podría parecer una historia de arroz, pero en realidad es un cuento de mar. A los 14 años, Jaime Sanz empezó a trabajar como ayudante de cocina en un barco de arrastre, y hasta hoy. A punto de cumplir los 80, sigue visitando todas las tardes la Lonja de Peñíscola, ciudad en la que nació y donde decidió echar el ancla de su restaurante.

Casa Jaime de Peñíscola. Los productos marinos empapan los platos tradicionales de la casa. Desde los arroces, donde se prodigan las ortiguillas de mar y las espardeñas (holoturias o pepino de mar), o las galeras (squilla mantis) y las huevas de sepia, hasta los guisos y suquets (guiso tradicional de pescadores de bajura del maditerráneo) de pescado.

Si un barco sigue a flote tras medio siglo, es un buen barco.

Un Viaje por la España de Berlanga

Un viaje por la España de Berlanga. 100 años de Berlanga.

Nació hace 100 años y en noviembre se cumplieron 10 de su muerte. Mas allá del genial cineasta, fue uno de los mejores cronistas del pasado reciente de España. Y aunque no hace falta pretexto ninguno para disfrutar del universo del director y guionista valenciano, sin duda es un buen momento para asomarse al balcón de Luis García Berlanga (valencia, 1921 – Madrid, 2010), un verso libre militante del humor negro, el contraste entre ternura y la mala baba y el “no todo es lo que parece”. Asomarse, por ejemplo, al balcón del ayuntamiento de Guadalix de la sierra junto al inolvidable alcalde José Isbert. O subirse al motocarro de placido en Manresa. O pasear por la Peñíscola llamada Calabuch. O asistir al milagro de san Dimas en Alhama de Aragón. O dejarse seducir en Madrid y Mallorca por la bonhomía de su verdugo, o perseguir a suecas en Sitges. Conocer a los pobres, a los ricos, a los necios, Alos miserables (de toda clase y condición), a la buena gente. “Parecía que tenía radiografías en los ojos, parecía que veía lo que no podía verse”, dice Sol Carnicero, amiga y jefa de producción de varias películas. Conviene también volver al magisterio de su amigo y pareja artística Rafael Azcona, un sabio. Es lo que hemos hecho en estas páginas, que evocan los rodajes de 10 de sus películas a través de localizaciones donde fueron rodadas y algunos de los personajes que en ellas interfieran. Bienvenidos a la España de Luis García Berlanga. Comienza el viaje.

Peñíscola (Castellón) Bombas atómicas en la arcadia mediterránea de Berlanga. Calabuch (1956)

Un famoso científico de EE. UU que sabe hacer bombas atómicas (Jorge Hamilton, interpretado por Edmund Gwenn) se harta de todo y recala – nadie sabe cómo – en una minúscula arcaría a orillas del mediterráneo para alejarse del mundanal ruido. La gente del pueblecito, de Calabuch. Le acoge como uno de los suyos. Y son felices y comen perdices hasta que…

No, no todo es lo que parece. A Luis García Berlanga, Calabuch le parecía una de sus peores películas, a al menos la más ñoña, o al menos, son palabras suyas, “la más envejecida por ser paternal y rousseauniana, por ser todos los personajes tan buenos. Y esto me jode porque, si mi cine habla del enfrentamiento entre la sociedad y el individuo, es incongruente que este sea bondadoso”. Pareció darle la razón el mismísimo François Truffaut, quien, en su crítica a la película en Cahiers du Cinema, vino a escribir que la bomba debería haber caído sobre la propia cabeza de Berlanga. Pero donde cayo la verdad, en forma de puñetazo, fue en la cabeza del actor italiano Franco Fábrica, uno de los protagonistas y a quien Berlanga no aguantaba: “Le metí una ostia, si, era un rompecojones” (en el libro El ultimo austrohúngaro). Aunque en el primer guion la historia iba de desarrollar en un pueblo del interior, al director valenciano le pudo su mediterraneidad y su levantidismo militantes y acabo rodando en la bella Peñíscola. Donde 43 años después volvería a rodar Paris-Tombuctú, su última película. El pueblo entero se transformo con la llegada “de los del cine, aunque todavía no habían visto nada de los lugareños, ya que cinco años más tarde el mismísimo Hollywood desembarcaría en el castillo del Papa Luna de la mano del productor Samuel Bronston, Charlton Heston y Shohia Loren para rodar El Cid.

Rafaela Biosca, nacida en Peñíscola hace 72 años, tenia 8 cuando participo como extra en varias secuencias rodadas en las antiguas escuelas, hoy Museo del Mar. “Aquello, fue una fiesta”, rememora mientras sorbe un cafecito en una terraza sobre los acantilados de Peñíscola. “Rodamos en las escuelas y en la iglesia de la Ermitana. Lo recuerdo con mucho cariño, figúrese en aquellos años en Peñíscola no había casi de nada, estaba casi en ruinas, era un pueblecito de pescadores y labradores, había mucha miseria, hasta que se rodó aquí el Cid, también Sali, pero poco. Iba vestida de mora”.

Pese a la metamorfosis de una aldea de pescadores en un enclave turístico de primer orden, algunos rincones siguen casi iguales que cuando Berlanga rodo en ellos: el faro del Farero José Isbert, la playa de les Viudas, la Ermitana, el portal de Sant Pere… y ahí sigue Casa Jaime, restaurante predilecto de Berlanga en el rodaje. Tan predilecto que allí continua en la carta, en su honor, el celebre Arroz Calabuch con espardenyes y ortiguillas de mar. No se lo pierdan.

Por: Borja Hermoso /fotografía: Eduardo Nave