Shofia Loren
Un Viaje por la España de Berlanga
- May 12, 2021
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Un viaje por la España de Berlanga. 100 años de Berlanga.
Nació hace 100 años y en noviembre se cumplieron 10 de su muerte. Mas allá del genial cineasta, fue uno de los mejores cronistas del pasado reciente de España. Y aunque no hace falta pretexto ninguno para disfrutar del universo del director y guionista valenciano, sin duda es un buen momento para asomarse al balcón de Luis García Berlanga (valencia, 1921 – Madrid, 2010), un verso libre militante del humor negro, el contraste entre ternura y la mala baba y el “no todo es lo que parece”. Asomarse, por ejemplo, al balcón del ayuntamiento de Guadalix de la sierra junto al inolvidable alcalde José Isbert. O subirse al motocarro de placido en Manresa. O pasear por la Peñíscola llamada Calabuch. O asistir al milagro de san Dimas en Alhama de Aragón. O dejarse seducir en Madrid y Mallorca por la bonhomía de su verdugo, o perseguir a suecas en Sitges. Conocer a los pobres, a los ricos, a los necios, Alos miserables (de toda clase y condición), a la buena gente. “Parecía que tenía radiografías en los ojos, parecía que veía lo que no podía verse”, dice Sol Carnicero, amiga y jefa de producción de varias películas. Conviene también volver al magisterio de su amigo y pareja artística Rafael Azcona, un sabio. Es lo que hemos hecho en estas páginas, que evocan los rodajes de 10 de sus películas a través de localizaciones donde fueron rodadas y algunos de los personajes que en ellas interfieran. Bienvenidos a la España de Luis García Berlanga. Comienza el viaje.
Peñíscola (Castellón) Bombas atómicas en la arcadia mediterránea de Berlanga. Calabuch (1956)
Un famoso científico de EE. UU que sabe hacer bombas atómicas (Jorge Hamilton, interpretado por Edmund Gwenn) se harta de todo y recala – nadie sabe cómo – en una minúscula arcaría a orillas del mediterráneo para alejarse del mundanal ruido. La gente del pueblecito, de Calabuch. Le acoge como uno de los suyos. Y son felices y comen perdices hasta que…
No, no todo es lo que parece. A Luis García Berlanga, Calabuch le parecía una de sus peores películas, a al menos la más ñoña, o al menos, son palabras suyas, “la más envejecida por ser paternal y rousseauniana, por ser todos los personajes tan buenos. Y esto me jode porque, si mi cine habla del enfrentamiento entre la sociedad y el individuo, es incongruente que este sea bondadoso”. Pareció darle la razón el mismísimo François Truffaut, quien, en su crítica a la película en Cahiers du Cinema, vino a escribir que la bomba debería haber caído sobre la propia cabeza de Berlanga. Pero donde cayo la verdad, en forma de puñetazo, fue en la cabeza del actor italiano Franco Fábrica, uno de los protagonistas y a quien Berlanga no aguantaba: “Le metí una ostia, si, era un rompecojones” (en el libro El ultimo austrohúngaro). Aunque en el primer guion la historia iba de desarrollar en un pueblo del interior, al director valenciano le pudo su mediterraneidad y su levantidismo militantes y acabo rodando en la bella Peñíscola. Donde 43 años después volvería a rodar Paris-Tombuctú, su última película. El pueblo entero se transformo con la llegada “de los del cine, aunque todavía no habían visto nada de los lugareños, ya que cinco años más tarde el mismísimo Hollywood desembarcaría en el castillo del Papa Luna de la mano del productor Samuel Bronston, Charlton Heston y Shohia Loren para rodar El Cid.
Rafaela Biosca, nacida en Peñíscola hace 72 años, tenia 8 cuando participo como extra en varias secuencias rodadas en las antiguas escuelas, hoy Museo del Mar. “Aquello, fue una fiesta”, rememora mientras sorbe un cafecito en una terraza sobre los acantilados de Peñíscola. “Rodamos en las escuelas y en la iglesia de la Ermitana. Lo recuerdo con mucho cariño, figúrese en aquellos años en Peñíscola no había casi de nada, estaba casi en ruinas, era un pueblecito de pescadores y labradores, había mucha miseria, hasta que se rodó aquí el Cid, también Sali, pero poco. Iba vestida de mora”.
Pese a la metamorfosis de una aldea de pescadores en un enclave turístico de primer orden, algunos rincones siguen casi iguales que cuando Berlanga rodo en ellos: el faro del Farero José Isbert, la playa de les Viudas, la Ermitana, el portal de Sant Pere… y ahí sigue Casa Jaime, restaurante predilecto de Berlanga en el rodaje. Tan predilecto que allí continua en la carta, en su honor, el celebre Arroz Calabuch con espardenyes y ortiguillas de mar. No se lo pierdan.


Por: Borja Hermoso /fotografía: Eduardo Nave
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