Hablan de tener paciencia, de arrimar el hombro, de que todo pasa por trabajar, tomar decisiones valientes y estar unidos. Están preocupados; pero quieren dar ánimos. Todos ellos saben qué quiere decir volver a empezar. Pese a todo, hay camino. Este es el ALIÑO* de la experiencia.
Via: @JesusTrelis y (Las maravillosas ilustraciones de este artículo son mérito de BEATRIZ DE ZÚÑIGA)
*Una de las acepciones de la palabra aliño del diccionario es condimento: «aquello que sirve para sazonar la comida y darle buen sabor». Las palabras de ellos, deLoles, Óscar, Jaime y Tomás, son el mejor sazón que puede encontrar ahora la gastronomía. Consejos de hosteleros, cocineros, que a lo largo de años -todos ellos llevan al menos medio siglo entre fogones- han tenido que enfrentarse a las situaciones más diversas y han tenido que renacer, recuperarse, comenzar de nuevo… De hecho, buena parte de ellos siguen activos, enérgicos e intentando transmitir esperanza. Porque es el momento de creer en ella. Cada tiempo tiene su cosa, ahora es el momento sembrar confianza con uno mismo.
El Aliño de la experiencia
>Tomás Arribas
«Hay que abrir; porque entramos tarde y salimos tarde»
Hace ahora medio siglo se metió en esto de la hostelería. Tiene 65 años y una vertiginosa travesía que le mantiene en la brecha con ocho restaurantes y una muy potente empresa de catering.
Decir Tomás Arribas en el mundo de la hostelería son palabras mayores. Pocos conocen el negocio como él y pocos se han entregado tanto a su profesión. Con tanto ahínco y pasión. Asegura que está «contrariado», que todavía no se cree lo que está pasando y que lo vive como «la ficción hecha realidad». Pero lo tiene claro, lo importante es «que nos den directrices; pero que lo hagan ya». Porque, para el hostelero afincado en Dénia, lo fundamental es activar el sector de inmediato. «La economía tiene que empezar, con las prevenciones que hagan falta y respetando por completo la opinión de los técnicos, pero lo fundamental es abrir». Y el reputado hostelero apuesta por «tomar decisiones valientes, pero claras; y consensuar con los profesionales; hay que aplicar el sentido común». Para él, la ocupación del 50 por ciento para empezar hubiese sido lo correcto. «Aquí en el Mediterráneo tenemos la suerte de que tenemos las terrazas que nos pueden permitir respetar los dos metros; y sí, hay que ver qué medidas hay que adoptar y hacerlo». Reflexiona, además, que no puede existir el miedo a la ocupación, porque no se va a producir. «En la zona de costa podemos respetar la distancia, porque lamentablemente ese problema de aglomeración de que hablamos no va a existir». Su conclusión final: «Hay que abrir, porque entramos tarde y vamos a salir tarde».
>Jaime Sanz
«Sabemos como conseguirlo; entre todos venceremos»
Este mes cumplirá 77 años. Con catorce, era ayudante de cocina en un barco. Ya no ha dejado de estar vinculado a la hostelería. En 1967 abrió en Peñíscola el emblemático Casa Jaime.
«Nunca había vivido nada igual», confiesa Jaime Sanz. Crisis sí; pero como ésta, ninguna. «Te podría decir que es la cuarta vez que nos enfrentamos a una situación de crisis, y por cuarta vez seremos los autónomos los que tendremos que sufrirla y salir de ésta», remarca. Eso sí, tiene el pálpito, esa intuición que da una vida de subidas y caídas, de vivencias, que en este caso «será diferente a todo lo que hemos vivido hasta ahora». Está preocupado, como es lógico; pero tiene claro que, como él ha hecho durante toda su vida, toca luchar para superar la situación. «Le diría a mis compañeros que tengan paciencia; que intenten controlar ahora los gastos y que no queda más que trabajar y trabajar para continuar». Y pone sobre la mesa los ingredientes fundamentales para superarlo: «ser honesto y muy cuidadoso; todo esto supone un sacrificio grande, pero de todo se aprende». Ingredientes a los que sus hijos Jaime y Jordi me añaden la ética y el esfuerzo. Eso que ha caracterizado, de siempre, a este local donde los arroces marineros son un homenaje al mar. Maravillosos arroces y mucho más. Un local familiar que seguro, una vez más, será ejemplo de superación. De hecho, Jaime es claro en su conclusión: «sabemos cómo conseguirlo; entre todos venceremos». (En la imagen, junto a su esposa Pilar Bonfill).
>Óscar Torrijos
«Que no pretendan hacerse ricos con esto»
A los catorce era pinche de cocina. Desde entonces su vida ha estado ligada a los fogones. Es el gran pionero de la alta cocina en la Comunitat y de los primeros en traer a Valencia una estrella Michelin.
Como sus compañeros, el cocinero que hizo brillar una de las primeras estrellas Michelin en Valencia, también ve con preocupación el futuro devastador que dejará la pandemia y apunta a algunas de las claves a las que toca enfrentarse y buscarle solución cuanto antes: «los turistas no van a venir, como estos años al menos, y eso ha de ser algo con lo que se deberá actuar». Torrijos considera que la situación puede ser «tremenda» para muchos cocineros con varios negocios y augura que costará ponerse en marcha; aunque tiene una esperanza. «Esta será una crisis de la que creo que saldremos antes que la anterior, la de 2008; aunque ojo, de aquella aún no habíamos salido del todo». El cocinero de 72 años apuesta por la paciencia y da un consejo a los más jóvenes que van a empezar en el mundo de la hostelería: «si comienzan ahora, que tengan muchas ganas de trabajar, eso es muy importante; y que tengan las cosas claras; que tengan iniciativa, que sean serios y respetables». Además, tiene claro que la clave de la evolución es no dejarse de formar nunca. Eso, y la paciencia, reitera una y otra vez. «Hay que ir paso a paso; que no pretendan hacerse ricos con esto». Consejo que da desde la experiencia, desde una vida repleta de altibajos pero, sobre todo, de mucho esfuerzo. Ese que le ha valido el respeto de todos sus colegas.
>Loles Salvador
«Yo sigo aquí; ¿vosotros os vais a quedar detrás?»
Va a cumplir 82 años. Tuvo una infancia dura y una vida repleta de sacrificio, siempre salpicada de felicidad y siempre atada a la hostelería. De hecho, es el alma del Grupo La Sucursal.
Es una mujer de convicciones. Así se enfrenta a la situación que vivimos. «Estoy asustada, pero no por el coronavirus; sino por lo que va a dejar y porque no sé si la gente joven está preparada para apretarse el cinturón». La madre de la gastronomía valenciana deja en el aire una pregunta y a la vez un reto para las nuevas generaciones. «Esos jóvenes que lo han tenido todo; ahora que vienen las duras, ¿sabrán reaccionar? ¿Sabrán que ha llegado el momento de arrimar el hombro?». Ella ya ha transmitido a sus hijos, al frente del Grupo La Sucursal (Veles e Vents, entre otros) que está a su disposición: «para sacar el lavavajillas y secar los cubiertos, ahí estoy. Voy a ser la primera en ponerme con los míos, a todos les digo que no se arruguen, que hay que tener un par de narices y tirar hacia delante». Su temor, la gente que pueda quedarse por el camino. Pero su ánimo no cesa. «He pasado dos guerras; he perdido un hijo; he superado un cáncer y he enterrado dos veces a Franco, y sigo aquí adelante; ¿vosotros os vais a quedar atrás? Si hay que renunciar a cosas, se renuncian; con ocho hijos que he tenido, llevando el negocio, imagínate si he renunciado a cosas». Y, dando ejemplo una vez más, concluye: «Sigo teniendo ilusión».
>Volverán los manteles a las mesas y el fuego a azuzar las cazuelas
Son cuatro voces. Solo cuatro, de muchas. Voces de gente del mundo de la cocina que lleva al menos medio siglo danzando en ella. En algunos casos, todavía activos. Voces que saben que la situación es difícil; que no habrá facilidades en el camino; que la incertidumbre crece en los márgenes de la travesía como crecen las malas hierbas. Pero pese a todo, con la licencia que da lo vivido y lo sufrido, lo luchado y lo ganado, ellos siguen clamando por seguir caminando. Cada uno a su manera, sí; pero por seguir. Volverán los manteles a las mesas y el fuego a azuzar las cazuelas. Y allí estaremos los que amamos esto. Por gente como ellos. El Aliño de la experiencia.
«Esta locura que emprendemos es en realidad un viaje culinario que está por vivir y escribir. Historias con Delantal basadas en las mesas que vayan marcando la travesía que emprendemos este verano, los rostros que se vayan asomando a ella y los paisajes que la dibujen. Una travesía que comenzamos con el Moby Dick de Herman Melville (en el año del centenario de su nacimiento) bajo el brazo e inspirado por Alberto Ferruz, cocinero y soñador, que un día me pidió que no olvidara esa parte del capitán Ahab que todos tenemos dentro. Pues va por él y por ellos. Por los que me dejan seguir gozando entre manteles, emocionándome entre platos, volando entre fogones, escribiendo anotaciones de poeta -sin verso ni rima- en las sobremesas.
Éste va ser otro verano de sirenas, ballenas, vinos y cazuelas». para disfrutar de Mesas junto al Mar
>CARTA DE NAVEGACIÓN
La madrugada del 15 de julio, día de San Buenaventura, el Capitán Cooking acudió hasta su barco de papel, hecho a base de cartas de inolvidables restaurantes y etiquetas de buenos vinos: algún borgoña, varios champanes y olorosos por doquier. El intrépido tragaldabas -un glotón a una sonrisa pegada- lucía cuchillo y tenedor en la solapa y pluma de corsario en la chistera, para escribir con ella sus andanzas. En las manos, su cuaderno de bitácora. En una vieja maleta, decenas de planos indescifrables, viejos recetarios y hechizos de contrabando, perfectos para colarse de puntillas entre mesas enigmáticas* y calderos misteriosos.
*Como si fuera el Enigma, de Albert Adrià… ya sabes, donde las cabezas de gamba lucen sin caparazón, los percebes visten de verde y la alquimia se desboca entre destellos
Zarpó el mozuelo, o ya no tanto, diciendo que iba en busca “de la Ballena Blanca de las Cazuelas”. Todo muy rimbombante, como es este pirata de servilletas, filófoso de sobremesas y poeta de aperitivos. Ese tipo de nariz afilada y calca contundente que se metió de espía de la gastronomía y acabó enamorándose de la diosa de la Cocina.
De lo que le aconteció y se bebió y comió y gozó os vengo a hablar: de sus aventuras y sus mesas, de sus andanzas entre alacenas, de las gentes que encontró y de los amores repentinos que le robaron el corazón. Fantasías marinadas e historias camufladas de un tipo que soñó que los barcos podían tener alas, que las ballenas cocinaban y guardaban en su interior calderos hermosos donde se cocía la historia de la gastronomía. Este verano Cooking quiere ser -ingenuo él- algo así como el capitán Ahab*. Ya veremos si llega ser grumete. O Gourmet. 🙂
*A la caza de la ballena blanca. Con la sirena de Aponiente o el Rey de Güeyu-Mar ¡O vete tú a saber!
>LA AVENTURAS DEL CAPITÁN COOKING
C1 > LA RUTA DE LAS MESAS JUNTO AL MAR
Las primeras horas de navegación, el capitán Cooking anduvo desconcertado. Cosas de la ansiedad. Necesitaba planificar dónde ir, qué camino emprender, qué rastro de sirena o leviatán seguir….Salía a la mar, como Ismael, el narrador de Moby Dick, “para ahuyentar la melancolía y regular la circulación”. Y a eso dedicó sus primeras madrugadas: a planificar la travesía, a soñar su travesía.
De esas primeras horas, quedó en su cuaderno de bitácora, esta lista de lugares dónde ir con sabor a mar. Lugares que hablan de su Mediterráneo. Lugares que para él esconden algo. Sin más… lugares sencillamente.
“No están lo mejores, ni los más marineros; no todos los que debieran. Están sólo los que en este instante en que me siento sobre la mesa del camarote me vienen a la cabeza. Lugares, sencillamente, que me susurran historias… recuerdos, experiencias…. “(escribió Cooking en su cuaderno).
-“Pero es un listado un poco extraño… “, le dijo la conciencia vestida bajo la piel de una sirena. (Sus sirenas). “Una lista rara”, le insistió
-“Como yo“, masculló él. “Sólo son mesas. Mesas en restaurantes de lujo, chiringuitos, bares; en la huerta o en la ciudad. Sitios, mediterráneos; guisos, arroces, pescados…“.
Y aquí reproduzco, tal cual, ese listado (muy personal), con las anotaciones del propio Cooking. Para quien quiera planificar su escapada. Aunque luego, la brújula, te lleve por los senderos del azar…
“Dejad al más distraído de los hombres sumergirse en sus ensueños más profundos, ponedlo en pie y que comience a caminar, e inevitablemente os conducirá hasta el agua…”
Cap 1. ‘Vislumbres’. Moby Dick
> DE NORTE A SUR
Raúl Resino. Cocina marinera reinventada. A destacar. Su guiso de gatet. Una estrella Michelin y mucho futuro. Cuenta con una estrella Michelin. C/ d’Alacant nº2. Benicarló
-Raúl Resino es esos cocineros que irradian pasión y bondad.
Casa Jaime. Arroces y guisos marineros. Mi debilidad, el arròs Calabuig. Avinguda del Papa Luna, 5. Peñíscola.
-Nunca olvidaré aquella visita en la que la familia Sanz se sentó ante un caldero a comer un guiso de pulpo con patatas y me mostraron su libro de firmas, su historia y su corazón…
El arroz de la abuela Rafaela y otros guisos de Domingo por Mr. Cooking @JesusTrelis
Los domingos, aquellos guisos de la abuela, el arroz como principal protagonista de nexo de unión. Familia, amigos, invitados. Un arroz de salmonetes, otro de manitas. Un tercero de pieles de bacalao y el ‘all i pebre’ que hacía la abuela Teresa. Con este menú abrimos, de nuevo, la taberna de Mister Cooking. Va a ser más que un plato, cuatro. Cuatro historias para una fiesta. Casa Jaime, los hermanos Castaño, Joaquín Baeza y Belén Mira son los invitados. Darán voz , con sus recuerdos, a esta cocina de post-guerra que, en realidad, es la cocina de nuestras esencias.
Grandes titulares y una fotografía, que empezamos:
Arroz de la abuela Rafaela. Imagen cortesía de Casa Jaime.
El arroz de la abuela Rafaela
Era domingo, cuando cotilleando en los archivos danzantes de las redes sociales, éste espía zampagrullas se dio de bruces con esta fotografía (la que tienes arriba) y este enunciado:
“Arroz de la abuela con gallineta y sepionet”
“¡Por todos los dioses!”, exclamé. Había algo en esa paella de domingo que pellizcaba mi alma. “Despierta”, me decía. Cogí mi delantal volador y me planté ante Jaime Sanz, allí junto al Mediterráneo, para que contará la historia de este arroz que me había zarandeado. Así fue como descubrí quién era Rafaela. La abuela de Jordi y Jaime. la madre del patrón del restaurante de Peñíscola.
“El arroz lo hacía mi abuela, que era mujer de pescador; ella enviudó pronto, pero los pescadores le seguían dando la bolsa de morralla con lo que desechaban de la captura de las barcas del tresmall; muchas veces le daban salmonetes y sepias que no se podían vender, porque estaban dañados por los mordiscos de los cangrejos, pero sí que estaban ricos”, señaló. Con los lomos de esos salmonetes y los trozos sanos de esa sepia, junto a un fondo de pescado que se presumía memorable, nacía el arroz de Rafaela. Ese que ahora sirven en Casa Jaime, algo refinado, con gallineta y sepionet.
Imagen cedida por Casa Jaime
Jaime hijo me contó la historia como quien bucea en su pasado. Pero fue su padre, también Jaime, quien ha pilotado su restaurante desde hace ya medio siglo, quien me trasladó hacia aquel tiempo. “Mi madre era una economista de la post-guerra”, me resumió.Y me volvió a poner en valor el arroz del que te hablo. Y, sobre todo, lo que hay detrás. Un guiso, como cualquiera de los que se hacía en las casas de pueblos pescadores, en los que Jaime me lo dijo muy claro: “ella era de esas mujeres que de la nada te hacían excelentes comidas; el fruto de la pobreza”.
Un arroz marinero, en cualquier caso, que esconde el retrato de toda una época. Aquella época que cada domingo revivimos, como si no quisiéramos desligarnos de nuestros antepasados y nos empeñáramos en sacar a pasear a la memoria. La memoria de un arroz de lomos de salmonetes maltratados por los cangrejos y de sepias maltrechas que mantenían el profundo sabor del Mediterráneo.
P. D- Por cierto, que en casa Jaime, de puertas a dentro, de golpe puedes descubrir guisos como éste que se cocinan para el rancho de la familia. Y que ya quisiera yo hincar el diente. Este pulpo con patatas no lo pude olvidar…
Los Arroces son para el verano. Ruta Arrocera. Once arroces más otro mítico de propina. Doce en total. Un puñado de lugares donde probar uno de los platos que da más vida a la gastronomía valenciana. Aquí hay un gastroplan.
CLÁSICOS
MÍTICOS
I. Parte. Diario de un espía con flotador (cuchillo y tenedor)
¿Dónde me puedo comer un buen arroz? La pregunta gastronómica del verano ya tiene respuesta. O al menos, unas cuantas respuestas porque en esta Comunitat, por suerte, hay muchos lugares donde comer un buen arroz, pese a que muchos piensen lo contrario. Sólo hay que salir a buscarlo. De entrada, os propongo una docena de sitios haciendo ruta de norte a sur. Podríamos citar algunos renombrados (casi históricos) si habláramos de arroces de vanguardia. pro ejemplo, el arròs brut de Bernd H. Knöller; el arroz con cenizas de Quique Dacosta (o el de su menú DNA) o, por no ir muy lejos, el de chipirón que en la actualidad ofrece en su nuevo menú y su nuevo restaurante Ricard Camarena. Extraordinario.
Pero mejor vamos a mirar hacia la tradiciones. A los arroces de siempre, bien hechos. Con permiso de Galbis, ya sabes que ha sido familia arrocera que han logrado una relevancia internacional, nos vamos de paseo en busca de algunos de ellos. No están todos los que deben estar (lo sé) pero los que están te van a ayudar. Espero.
Casa Jaime (Peñíscola)Calabuch
Empezamos por el norte y nos vamos con un arroz que es todo un clásico. Arroz en Casa Jaime: un revolcón marino (con espardenyes y ortiguillas) que preparaba el patriarca del local, Jaime Sanz, al director de cine valenciano cuando grababa, precisamente, la película de Calabuch. Berlanga sería feliz.
Barbados (Valencia)Arròs a banda
Un restaurante de Valencia para seguir. No es de los céntricos ni de los clásicos (al menos no es de los más mediáticos), pero hacen un arroz a banda digno de ser probado. Y junto a él, no me perdería sus almejas marineras. Otra opción es probar alguno de los muchos que hacen en El Palmar, el de Casa Carmina en El Saler, el que te ofrece la arrocería Goya… Pero como hay que centrar el tiro, ahí queda Barbados.
Casa Carmela (La Patacona)Paella
Seguimos en Valencia y nos vamos a buscar la paella clásica, hecha a leña. La propuesta es Casa Carmela, en La Patacona, para saborearla tal y como la degustaría hace ya unas décadas el propio Blasco Ibáñez. Cerca, en Las Bairetas de Chiva, hay otra buena opción. Y en mitad de la huerta, en la pedanía de Roca-Cuper, la clásica de la taberna El Famós. No será por sitios, ¿verdad?
Las de la abuela son indiscutiblemente las mejores. Y si no, las de mamá. Lo mismo da. Las hay de ave, de jamón, de queso, de Galera, de pisto, de todo tipo de pescado, de boletus o de foie. De todos los gustos y de todos los tamaños; redondas o cilíndricas, tradicionales y ultra-modernas, líquidas por dentro o con sorpresa. Cada una tiene su esencia, su historia, su verdad. Que a veces, por cierto, puede ser desastrosa. ¡Te lo dice Cooking, que he hecho croquetas con el cartel de: “prohibido comérselas por catastróficas”!
Hoy me he empeñado en desvelarte el Informe Croquetas. Aunque ya sé que erraré, que dejaré muchas exquisitas en cualquier rabanera de cualquier bar invisible. Esa croqueta perfecta que sólo tú sabes dónde te la servirán. Pero bueno, lo debemos intentar. Así que mira algunas pistas del mapa que vamos a recorrer:
¿Una croqueta de pesto muy Ricard?
¿Una de galeras junto al Papa Luna allí en el mar?
¿Una de las que realiza este mago de las croquetas que te voy a presentar?
Si me sigues, conocerás croquetas de aquí y de allí. Croquetas para enloquecer, algunas para volver al pasado y otras para aprender. Aprender, sí, porque en medio de tanta gastrosofía, una tímida croqueta te puede hacer ver la luz, transmitir más sensaciones y más emociones que cualquier rimbombante menú.
Articulo: Jesús Trelis – Historias Con Delantal – Las Provincias